lívido
inconsciente, tendido en el vacío, hace ya un año que yazgo en la margen del manantial donde mojé mi rostro, lavé mis manos, lavé mi cuerpo. compartimos el pan, la risa, la perla que sala la piel. hubo días en que el cielo sobre el desierto quiso ser el azul intenso del agua, en que dieron ganas de respirar a bocanadas y no hacerse más el de la inspiración chiquita. cada día es más pálido que el ayer, cada ayer suelta los asideros del anterior. ensoberbecido por tu cálido aliento, perdí abrigo, norte, conciencia. perdí el desierto. miro mis ojos en las aguas del estanque y temo. una imagen quebrada. leído en la doble hélice de la memoria, el futuro es la negra contratapa de un libro deshojado. sólo quiero ver el océano.