sal de la tierra
vengo de dos tierras calcinadas.
una a sangre y fuego,
fratricida,
carcomida por un haz de flechas
apuntadas con odio hacia el cerebro.
la desbandada, una diáspora
campesina.
la otra la arrasan
el viento báltico,
la fe blindada por un creador
más allá de la tormenta
de hielo y de sal.
habito esta tercera,
edén en abandono,
donde se unieron hoz y cruz.
chamuscada un día
por la lava volcada en sí,
otro en nombre del rey,
luego por pan, un predio, una mujer,
hoy por esta tribu nuestra,
franquiciatarios de la muerte.
sal de la tierra,
abandónala.