sábado, octubre 9

búsqueda de la poesía

no hagas versos sobre acontecimientos.
no hay nacimiento ni muerte en presencia de la poesía.
ante ella, la vida es un sol extático,
que ni calienta ni ilumina.
las afinidades, los aniversarios, los incidentes personales no cuentan.
no hagas poesía con el cuerpo,
ese excelente, completo y confortable cuerpo, tan contrario a la efusión lírica.
tu gota de bilis, tu mueca de gozo o de dolor en la oscuridad
son indiferentes.
no me reveles tus sentimientos,
que se valen del equívoco e intentan el largo viaje.
lo que piensas y lo que sientes, esto aun no es poesía.

no cantes tu ciudad, déjala en paz.
el canto no es el movimiento de las máquinas ni el secreto de las casas.
no es la música oída al pasar; el rumor del mar en las calles junto a la línea de espuma.
el canto no es la naturaleza
ni los hombres en sociedad.
para él, lluvia y noche, fatiga y esperanza nada significan.
la poesía (no saques poesía de las cosas)
elude el sujeto, objeto.

no dramatices, no invoques,
no indagues. no pierdas tiempo en mentir.
no te enojes.
tu yate de marfil, tu zapato de diamante,
tus mazurcas y supersticiones, tus esqueletos de familia
desaparecerán en la curva del tiempo, son algo inútil.

no reconstruyas
tu sepultada y melancólica infancia.
no osciles entre el espejo y la
memoria en disipación.
si se disipó, no era poesía.
si se quebró, no era cristal.

penetra sordamente en el reino de las palabras.
ahí están los poemas que esperan ser escritos.
están paralizados, pero no hay desesperación,
hay calma y frescura en la superficie intacta.
helos solos y mudos, en estado de diccionario.
convive con tus poemas, antes de escribirlos.
ten paciencia, si son obscuros. calma, si te provocan.
espera que cada uno se realice y consume
con su poder de palabra
y su poder de silencio.
no fuerces el poema a desprenderse del limbo.
no recojas del suelo el poema que se perdió.
no adules el poema. acéptalo
como él aceptará su forma definitiva y concentrada
en el espacio.

llégate más cerca y contempla las palabras.
cada una
tiene mil fases secretas bajo la faz neutra
y te pregunta, sin interés por la respuesta,
pobre o terrible, que le dieres:
¿trajiste la llave?
observa:
despojadas de melodía y concepto,
se refugiaron en la noche, las palabras.
todavía húmedas e impregnadas de sueño,
ruedan en un río difícil y se transforman en desprecio.

carlos drummond de andrade (1902-1985), de “a rosa do povo” (1945)